Coreografías de Tanía Pérez-Salas inauguran el FIAC XXI
El Festival Internacional de Arte Contemporáneo (FIAC) dio inicio a sus actividades este 7 de noviembre y lo hizo por lo grande al abrir, de manera oficial, con las piezas dancísticas Religare y Las aguas del olvido, ideadas por Tania Pérez-Salas.
Las coreografías se presentaron como parte del eje temático Día Cero, que es una reflexión fatídica de lo que podría suceder si en el mundo nos quedaramos sin agua y que es la columna vertebral de la edición XXI del FIAC, que se celebra en la ciudad de León, Guanajuato.
La primera pieza, Religare es un trabajo que explora la mística unión entre el Hombre y la Tierra, por esto la puesta en escena en la que se desenvuelven los bailarines está cubierto, como podría suponerse, de tierra. Ésta se convierte en el medio para evidenciar el poder de la danza como ritual y que es capaz de conducirnos al terreno de lo intangible.
El uso de la tierra y la coreografía conecta con lo primigenio de la vida, a la sensualidad, el amor, la fertilidad, incluso al momento de la agricultura, se trata de un recorrido que hemos hecho con este elemento tan cercano a nosotros. La música y la danza hacen un match fantástico que inicia con cánticos de monjes, pasando por los violines y, lo que parecen, son los metales para llevarnos por una variedad de imágenes que despiertan en el espectador algo esencial.
Tania, en esta pieza, explora el origen de la danza como un medio para trascender, que es un arte capaz de lograr expresiones estéticas y plásticas profundas y sensibles a pesar de que ésta se considera un arte efímero.
El cierre del día fue con la presentación de Las aguas del olvido, un trabajo artístico que fue creada en 1998, a partir de la novela del austriaco Iván Illich, que plantea que el utilitarismo actual ha transformado nuestra noción del agua.
La pieza, como el agua, está llena de vida no sólo por los bailarines, también por las olas que dejan los danzantes. Desobediente la pequeña piscina, que es parte esencial de la puesta en escena, forma sus propias olas ante los pasos de los intérpretes. Este pequeño espacio es sólo un fragmento del gran espejo que es el gigantesco mar.
Tenemos el mar que se mece suavemente en compañía de la Luna, que es el reflejo de la unión entre el hombre y la mujer, esos primeros compases que siguieron para entrelazarse. Hasta esos movimientos más violentos de una tormenta, en el que truenos y rayos nos muestran esa inclemencia de la naturaleza, pero que siempre es vida y movimiento.
Cabe destacar que en este 2018, la compañía Tania Pérez-Salas cumple 25 años de existencia por lo que agradeció al público este logro, además de reflexionar acerca de la importancia de crear este tipo de obras para llevar cultura a las personas. Se trata de un esfuerzo que puede transformar el cosmos y proteger al universo.
Previa a las presentaciones, Carlos María Flores, director del Instituto Cultural de León, celebró que el FIAC llegara a su XXI edición, pese a altibajos como una suspensión por algunos años, pero que desde hace tres años sigue con fuerza, que se demuestra con el impacto que tiene el Festival para plantear debates tan relevantes como el cuidado del agua con la situación de los cortes que ya se viven en la CDMX.
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