«Gratitud», de Oliver Sacks, una reflexión de vida

La presencia de la muerte pone la vida en perspectiva, le da un cierto orden al recorrido que se trazó a lo largo de los años, esto es lo que nos muestra Oliver Sacks en Gratitud (2016, Anagrama) un libro póstumo que presenta los últimos escritos del neurólogo.

Se trata de una obra cercano y entrañable, en los que se nota la pasión de Sacks por la escritura, un ansia por escribir e intercambiar con el futuro lector algunas palabras, una última charla en la que nos embarcamos.

Antes de pasar a los ensayos, hay un bello mensaje introductorio de Kate Edgar, su asistente personal; y Bill Hayes, fotógrafo que capturó algunos de los últimos momentos de Oliver; así que en conjunto ofrecen una calurosa bienvenida al lector.

Imagen © Bill Hayes

Tras la lectura de cada texto, el autor deja un impulso de compartir, un sentimiento que obliga a compartir esta feliz lectura. La serie de escritos empieza con Mercurio, que muestra la lucidez que parece sólo ser posible por la cercanía de la muerte, aunque la vejez tiene algo que ver.

Sacks inicia con un agradecimiento, aunque en el subtexto, a la ciencia que lo liberó de ciertos -ismos, así que con esa libertad es capaz de observar todo con cierta perspectiva y siempre sacar un aspecto positivo a distintos sucesos.

Pese al peso de los años, Oliver conservaba una entereza que pocas veces se puede observar, aunque en esta caso leer. Desde ese lugar, escribió De mi propia vida. El título del texto es claro. Aquí Sacks se vuelca hacia sí mismo, algo a lo que es «arrastrado», por decirlo de alguna manera, por la enfermedad. Se trata de repensar la experiencia de poseer un cuerpo, pero todo esto sin dejar de tener presente que vive en un entorno, que hay un montón de personas que están ahí, el mundo ahí está también.

Sin duda, el pensar en el futuro es complicado, ya que uno se debe acostumbrar a su propia ausencia, pero esto no baja el ánimo del escritor, ya que lo que vendrá le parece será bueno, pues hay muchos jóvenes en ciencias, desarrollando nuevos progresos. Todo esto se puede leer en Tabla periódica

Sacks no era ajeno a la espiritualidad como muestra en Sabbat, un escrito que retrata la compleja relación que tenía con su religión judía. Esto debido a su homosexualidad, ya que con esta condición fue perceptivo a cierta crueldad, aunque el pertenecer a una comunidad lo compensaba. Parte de un legado con el que vivía y en su infancia la fe, sin duda, le brindó amor.

Gratitud es libro lleno de belleza, que nos hace repensar en nuestra propia vida, nuestra propia mortalidad, que da pie a cuestionamientos internos acerca de cómo nos conducimos en distintos aspectos del mundo, que sería mejor si lo hiciéramos con algo de lucidez.

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