Redención abordada en The Goldfinch
Una vida fantasmagórica es la que se sobrelleva cuando se lleva encima una gran culpa. Se trata de un dolor auto impuesto que no permite llevar una vida plena, esto es algo de lo que le sucede al protagonista de The Goldfinch, película dirigida por John Crowley.
La película sigue la vida de el joven Theodore Decker (interpretado por Oakes Fegley, de niño; y Ansel Elgort, de adulto) quien presencia un ataque terrorista con bomba en el Museo Metropolitan de Nueva York, en éste la madre de Theodore fallece.
El atentado pone en movimiento la película, pues es cuando el protagonista debe mudarse con una familia del Upper East Side de Manhattan, donde la figura de Nicole Kidman como la madre de esta «familia de reemplazo» en el personaje de Mrs. Barbour es quien destaca, ya que tras la tragedia se vuelve el ancla para el pequeño Theodore.
Uno de los puntos más sobresalientes del largometraje es la manera en que va reconstruyendo el atentado, así poco a poco comprendemos de dónde proviene la culpa y dolor del protagonista.
Esta exploración al recuerdo merece unas palabras a parte, ya que el director al principio muestra cómo todo se encuentra desenfocado, una visión que el protagonista en su recorrido logrará reconciliar y redescubrir de manera más objetiva su propia memoria.
La lucha interna por reconciliarse con el pasado, es lo que hace que Theodore se refugie en la pintura de El Jilguero, de Carel Fabritius, que hurtó tras el atentado, se convierte en una especie de tótem que lo une al fantasma maternal. Estos robo a la humanidad se suma a la culpa del protagonista.
Es en la tragedia que el pequeño busca vincularse con Pippa (interpretada por Aimee Laurence, de joven; y Ashleigh Cummings, de adulta) quien igual que él sufrió una pérdida en el atentado. Un destino entrelazado por la muerte.
Un cierto mensaje en torno a las drogas se vislumbra, ya que bien llevados algunos analgésicos lo ayudan a sobrellevar el dolor, a huir de las pesadillas, pero más adelante éstas lo llevarán a la dependencia y único medio para ser una «persona funcional».
La vida hogareña con Mrs. Barbour se ve interrumpida por la llegada del padre, interpretado por Luke Wilson, que se lleva Theodore al solitario desierto de Las Vegas. Aquí vemos algunas escenas que muestra cómo el pequeño se hunde en un vacío, la más memorable cuando parece hundirse en la oscuridad de una piscina.
Theodore sufre de la figura abandónica del padre, un ser ausente. Una soledad que se sobrelleva por la amistad con su amigo Boris (Finn Wolfhard y Aneurin Barnard).
Las relaciones son el centro de la película, pues cada una ofrece diversas perspectivas de cómo le ayudan a manejar el dolor al protagonista, de cómo las personas que le rodean ayudan o afectan con su culpabilidad y el sufrimiento de pérdida.
Se trata de una historia de redención con el pasado, de aprender a dejar ir las cosas. Un lugar común que siempre es bueno redescubrir de una perspectiva nueva.