La plaga del turismo observada por Juan Rafael Coronel Rivera

La noción de lo real se puede transformar con gran facilidad, un espacio que es tangible se cambia en el imaginario, se implanta la idea de un lugar paradisíaco que atrae a las personas, un faro que atrae a la masa. Como langostas la presencia de las personas tiene un gran impacto en estos lugares. Este suceso es al que invita a reflexionar Juan Rafael Coronel Rivera en La Plaga. Un análisis visual alrededor del turismo (2019, Talamonte editores).

La búsqueda de atraer estos visitantes no es gratuita, pues el turismo es una de las principales industrias en el mundo. Así el trabajo de Juan Rafael se adentra a dar una crítica a lo que hay alrededor de ésta, pero desde una mirada personal y con cierto humor e ironía. Antes de pasar al ensayo fotográfico, hay un texto de José Antonio Rodríguez, quien ahonda en la trayectoria de Coronel Rivera y brinda una visión para apreciar las imágenes.

Uno de los conceptos que más llama la atención de Antonio Rodríguez es la de «voyeur», pues al viajar nos convertimos en meros observadores de la vida diaria, algo que puede suceder en nuestra propia ciudad, incluso de nuestra vida. Esta idea nos ayuda a repensar en el turismo y la forma en que lo hace Juan.

El viaje es una oportunidad para que las personas salgan de sí mismos, es un momento en el que su cotidianidad se rompe, pero esto sucede al entrar a una fantasía, a un fetiche, que es construida por la industria.

En sus imágenes, Juan Rafael nos presenta al turista invasor, a esa plaga que busca lugares paradisíacos para tomarse una fotografía, una especie que sólo captura instantes. Un claro ejemplo de cómo se crean estos lugares son los llamados «pueblos mágicos».

El fotógrafo crea una narrativa con ayuda de las palabras al agregar títulos irónicos, que son el trabajo del que observa a los observadores, Juan se convierte en el «hombre que mira», un «voyeur» que mira a través de la lente no a los lugares, sino a los turistas. Mediante sus acciones descubre un espectáculo circencese, en el que los visitantes toman extrañas posiciones para capturar la belleza de los lugares que serán olvidados en alguna plataforma digital u perdida en la inmediatez de alguna storie de Instagram.

Mediante títulos cargados de humor, el foógrafo presenta ese territorio imaginario en el que se convierten los principales turísticos, si bien son sus series más cargadas de personas vemos que no es usual, descubrimos a los fotógrafos que parecen montar un especta´culo circense por conservar un momento que, en la actualidad, se convertirá en algo digital que a la larga será olvidado o sólo estará en Instragram sólo un segundos.

El trabajo fotográfico de Juan es que centra su atención en los detalles, en aquellos elementos común en el trabajo fotográfico de Juan son los objetos, ya que estos guardan cierta esencia de las vidas que pasan por ahí.

La ironía es la manera en la que Rafael explora sus fobias, cada imagen y palabra esconde un gusto y admiración. No deja de lado su gusto por las palabras, pues las referencias literarias están presentes con Amado Nervo, Luis G. Urbina, Juana Inés de la Cruz y Manuel Aucña, que en cierta forma son presencias que nos recuerdan el puente que ha construido Juan entre poesía-fotografía.

Así como un médico en busca de síntomas, el ojo de Coronel Rivera encuentra los elementos de esa plaga, un grupo que desvirtúa lo místico y el asombro, pues son parte de la maquinaria de transformar los espacios para su explotación. Además de que nos hace observadores de esos miedos y reflexiones en torno a la actividad de viajar, en cómo apreciamos el mundo y, más profundo aún, si aún somos capaces de asombrarnos.

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