Creativos que utilizan la luz para crear arte

En Visual Art Week además de hacer uno de los eventos más llamativos para la CDMX, también tienen una peculiar curaduría que vale la pena ver y compartir que nos muestran a algunos creativos trabajan con

Todo lo que la luz toca se transforma, iluminándolo o haciéndolo crecer, modificando los objetos con sólo caer sobre ellos. Pero además, a partir de la luz podemos percibir nuestra realidad de una forma radicalmente distinta, o por lo menos esa es la premisa bajo la cual estos artistas buscan experimentar con la luz y sus fotones.

Ya sea natural o artificial, la luz se convierte en un medio de expresión de ideas diversas en la obra de estos artistas, propagándose por el espacio y transformándolo a su paso. Cosmologías, memorias y tradiciones son algunas de las cosas sobre las cuales estos siete artistas reflexionan y buscan expresar con la luz y sus infinitas posibilidades.

Ash Nehru, artista que forma parte del colectivo de artistas United Visual Artists (UVA) radicado en Londres, mismo que en 2011 generó una increíble experiencia cognoscitiva en los espectadores, a partir de una imponente estructura de LED, creada para The Creators Project en Nueva York. Titulada Origin, el uso del lenguaje binario en esta instalación erizó la piel de quienes contemplaron el enorme cubo cuyo interior estaba repleto de columnas paralelas y perpendiculares que, a su vez, creaban otros cubos durante el juego de luces. Cientos de figuras se creaban con la luz, transportándose por el gigantesco cubo de un lado a otro en una serie de efectos ópticos que quitaban el aliento.

Nehru es el director de software del UVA y quien está detrás de la programación del monumental cubo de luz de Origin. Este artista comenzó haciendo gráficos en 3D, pero como programador pudo generar un programa llamado D3 con el cual puede planear lo que quiere expresar a partir de la luz, controlando los patrones de las luces LED de sus obras. Las posibilidades que esto abre para transformar los espacios y estructuras en experiencias sensoriales directas son asombrosos.

James Turrell es un artista de luz americano quien gusta de jugar con todo tipo de efectos luminiscentes, ya sean naturales o programados, buscando con esto que se pueda percibir la realidad de una forma nueva y asombrosa.

En su instalación titulada Encuentro, en los Jardines Botánicos de Culiacán, en México, Turrell buscó intensificar los colores del cielo a partir de la manipulación de luz tanto natural como artificial al interior de la estructura que creó con ese propósito. Y es que la conjunción favorita de Turrell es aquella, justamente, entre espacio y luz. Así, cada lugar para él puede volverse todo un espectáculo de vivificantes colores que modifican la percepción del espacio que se transita o en el cual se está.

Paul Friedlander, físico y matemático, tiene una fascinación por la luz, razón por lo cual, ésta es la materia prima de su arte. Sus esculturas cinéticas y luminosas son un ejemplo de su obsesión, de la cual nos hace parte, hipnotizándonos con las ondas y formas que produce y que semejan galaxias. Y es que a partir de sus esculturas de luz, que son proyecciones 3D, Friedlander busca expresar su amor por el universo, pues desde niño su pasión es el cosmos y sus misterios.

Lo que este físico y artista busca, así, es volver asequibles los secretos del universo a los espectadores, y que lo comprendan en toda su magnitud contradictoria de caos y armonía. En la visión de Friedlander se funde una fascinación por la luz y una pasión por el universo a la que subyace una esencia copernicana, donde lo más importante es el movimiento inherente a todo organismo y la teoría de que todo se encuentra girando, incluso el universo.

Anthony McCall artista que lleva trabajando la luz de manera pionera desde los años 70, cuando experimentó con series de arte en “luz sólida”. Estas pruebas comenzaron con su instalación Cono describiendo una línea, en la cual una forma volumétrica compuesta por un haz de luz envolvía un espacio tridimensional y generaba un efecto de luz más “sólida” en sus bordes, de formas sinuosas sorprendentes.

Las luces de McCall transmiten una experiencia sensorial directa donde los espectadores pueden compartir el espacio con estos cuerpos de luz extraña. Su obra se mueve además de manera que envuelve a quien la habita y la camina, como en las nuevas series que presentó en 2016, en las cuales utiliza vigas inclinadas, y sobre ellas se proyecta luz proveniente del techo que está inclinado. Esto origina un efecto óptico en el cual el contacto entre las vigas y el suelo parecen superpuestas una sobre otra.

Lía Chávez ha enfocado la fotografía, el performance y las instalaciones que hace en las dos pasiones que tiene: la meditación y la luz. A ello se suma la posibilidad de acercar la experiencia de la meditación a la gente, quienes terminan siendo co-creadores de la obra. Su instalación The Octave of Visible Light: A Meditation Nightclub se basó en esta idea, utilizando auriculares con tecnología EEG (electroencefalograma) y valiéndose de tecnología bluetooth que mandaba las ondas cerebrales eléctricas de los espectadores a una máquina con un sistema que las interpretaba para, inmediatamente, transformarlas en luz y sonido con un resultado apabullante en su belleza.

Esta artista americana también ha utilizado los cuerpos y la danza en una especie de ritual lumínico, como lo fue su performance Light Body. En esta instalación se rescató una práctica tibetana budista, a partir de la cual los gurús de más experiencia pueden lograr transformarse en energía multicolor. Ella imitó este sagrado momento adhiriendo a los bailarines tiras flexibles de luz que adquirían formas tubulares de vivos colores a cada movimiento performativo.

Rafael Lozano-Hemmer  artista mexicano, residente de Montreal, que mezcla la disciplina arquitectónica con la curiosidad por la tecnología. Ha trabajado instalaciones interactivas basadas en luz, como en Pulse Room, donde cientos de bombillas reaccionaban a sensores que registraban el latido vital de los visitantes, que luego pasarían a ser los patrones a partir de los cuales reaccionaría la luz. Así, esa habitación fluorescente era donde se recolectaban cientos de palpitaciones, que al mismo tiempo terminaban formando un solo organismo palpitante.

La luz en las instalaciones de Lozano-Hemmer, cumple un papel de guardián de aquella peculiar memoria corporal de latidos, y se convierten en huella imborrable. Así, sus instalaciones se vuelven obras con un aura irrepetible y con una fuerte carga simbólica, pues “recaudan algo efímero de nuestra presencia, nuestro aliento, nuestro corazón, nuestros signos vitales, nuestros rasgos faciales”, como expresa el artista, lo cual las hace colectivamente íntimas y permanentemente originales.

En la obra de Daniel Canogar la luz en su forma más escultural, conviven en la obra de este artista español. Los colores explotan así, con toda su intensidad, en los pequeños universos que crea Daniel Canogar, y la arquitectura se somete irremediablemente al poder de la luz, a su brillo y potencia, generando en el espectador una inmersión reflexiva sobre el espacio y el tiempo.

Para Canogar, su obra es una forma de luchar contra la desmemoria y traer de vuelta el no tan lejano pasado de tecnologías olvidadas, que alguna vez fueron parte de la vida. Pero, a su vez, se vale de nuevas tecnologías para que los espectadores tengan una “visión más rica del mundo y reclamemos la parte de él que nos pertenece”, como en el caso de sus pantallas serpenteantes, hechas con azulejos de LED flexible y que flotan sobre los espacios en los que interviene este artista.

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